sábado, 23 de febrero de 2013

¿Seguir leyendo?

Éramos mucho más libre. No nos engañemos.

¿Seguir leyendo? 
El acceso a la información es más fácil, pero ésta es cada vez más rápida, menos pensada. Y nosotros también pensamos menos. No revelamos fotos, no escribimos...

¿Seguir leyendo? 
¿Y nuestros paraísos electrónicos? Esos donde escondíamos mensajes entre líneas, donde nos descubríamos a nosotros mismos y a otros seres incandescentes con los que soñar, donde nos esforzábamos cada día por dejar el mejor comentario posible. Uno trabajado, sin importar la extensión, siempre detrás de un pseudónimo. Nuestros paraísos electrónicos ya no están.

¿Seguir leyendo? 
Nos han dado álbumes interactivos donde compartir fotos demasiado públicas, nos han dado la oportunidad de señalar dónde han sido tomadas... Y aunque nos esforcemos por filtrar toda esa información, lo cierto es que todo lo que decimos, detrás de nombres reales, tiene una caducidad para nuestros ojos, pero no para los gobiernos que -seguro- se están haciendo con nuestra información.

¿Seguir leyendo? 
Soñábamos en esas letras. Escribíamos deseos con una corrección linguística impecable; metíamos negritas, colores, fotos robadas... fotos nuestras con o sin filtros de una versión pirata de photoshop. Y nos encontrábamos. Sí, a otros y a nosotros mismos. Cada noche, cada pausa de aula de informática en la facultad. Quizá nos conocíamos, quizá desayunábamos y comíamos juntos cada día... pero jamás se decía "leí tu texto, y me gustó". Porque uno prefería esperar a poder susurrar las palabras perfectas, cuidadas, lanzadas con mimo por la noche... En el escritorio de estudio, entre apuntes, bolígrafos y subrayadores.

¿Seguir leyendo? 
Me gustaba esa época. Y mis amigos de entonces. Y mi vida, tan limpia, tan por empezar, tan abierta a cualquier cosa. Me gustaba reflexionar, tomarme tiempo para analizar gestos, sentimientos, respuestas, conversaciones, correos electrónicos. Y responder, abierta o secretamente. Con párrafos cortos o largos.

¿Seguir leyendo? 
Kioto, lluvia embotellada... Di paseos por mis blogs dejando espinas y heridas en todas ellas. Son diarios de una vida que fue, y que quedó documentada de una forma especial...

¿Seguir leyendo? 
No nos engañemos... Ese tiempo pasado sí fue mejor.

¿Seguir leyendo? 
Definitivamente. Y claro que quiero, y debo seguir leyendo. Nos están haciendo más tontos, no nos dejan soñar. El reloj de Cortázar, ¿os acordáis?

Esto es peor.

¿Seguir leyendo? Claro.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Y yo te animo a que sigas escribiendo, pase lo que pase.

patapalo dijo...

Siempre me gustó acompasar los latidos a tu reloj.

No dejes que se pare.



Beauséant dijo...

la raza humana tiene una curiosa habilidad para convertir en perversos inventos que, en buenas manos, podrían dar lugar a nuevas formas de expresarse y comunicarse.. Y al final, contra todos esos avances, uno sólo quiere apearse un poco..

Lo importante es seguir escribiendo ;)