sábado, 13 de noviembre de 2010

Muchas ciudades se parecen cuando llega el frío. Sólo las distingue la humedad, la forma que tienen de punzarte las manos, la nariz... Es bonito lo de la luz; lo de ver cambiar la luz por la temperatura y que todo se vuelva más gris. Sin serlo, o más gris siéndolo. La claridad es blanquecina.

Me acuerdo mucho de los viajes por Europa de la última década. De lo que alguien me dijo en Lisboa, cuando pasamos por una calle que parecía París, de que aquí todas las ciudades se parecen y que cuando te das cuenta es el momento de ir más lejos. Hace un tiempo que fuimos a Milán, y un poco más, a Berlín, y era por estas fechas... mezclo mucho las fechas últimamente, se me solapan años y algunos simplemente es como si no hubieran pasado, porque nadie habló de ellos, y yo estaba callada...

Berlín, Milán, Florencia... ciudades del frío y con frío. Con bufandas, gorros, manoplas, bicicletas. Escarcha. Salzburgo, Munich, Viena, Praga... mucho más lejanas. Las manos cortadas del frío, el tobogán olímpico, los sabañones... ya sabes, sangre en los nudillos. Supongo que debo planear un viaje a Europa estos días de invierno. Para no perder cafés de estepa en los que escribir y describir todas las cosas que ocurren estos días.

Contado el lunes 8 de noviembre de 2010 en un café (muy frío) de Madrid

4 comentarios:

Diana dijo...

Fáltache Compostela, hoxe pecha de néboa e con chuvia. Nada grave se tes a nevera chea e un bo libro. MUÁ.

Marta dijo...

Voy a volver a este mundo virtual, ahora que ya hace casi dos años que volvimos de Florencia con las manos y la nariz más muertas de frío que nosotras.

Trapi dijo...

Viajar... Milán,Berlín, Viena... Yo también viajé por ahí, y cuánto lo echo de menos...


Saludos con frío.

Tony dijo...

La verdad es que me he sentido muy identificado con eso de los años que parece que no hubieran pasado porque nadie habló de ellos. Si no has estado en Ámsterdam you have to go nowwwwww.