martes, 26 de octubre de 2010

Coger aire para... soltar una pompa de jabón


Medianoche en el jardín del bien y el mal, y otro día mal cerrado. Acaban de echarse las cortinas y el viento de otoño ha bailado un rato con ellas antes de que cerraran los postigos. Huele a vela de cereza e incienso, a tabaco y a suavizante. Al otro lado de la pared, suena una música suave, y, apalancada en el sofá rojo quiero que acabe el día. Cerrar los ojos fuerte, enmendar errores y volver a empezar.

Se caen los libros de las estanterías, se suicidan los sentimientos y una pareja se besa en el portal. Alguien termina su baño de burbujas y una chica guarda en el cajón el rizador de pestañas. El maquillaje queda en esa toallita, con restos de rimmel y carmín y acaba de morir en el fondo del váter. Una nevera donde sólo hay naranjas marchitas y zumo de piña ilumina la cocina del sexto. Suena el ascensor. Repican tacones en la madera. Y el eco redime después de buscar respuestas. Las mariposas han volado todo el día para desencadenar pequeños maremotos y suenan las cadenas de los sueños. Hay una carta rota en la mesa y la respuesta se esconde en el cajón, con ganas de que la olviden.

Las páginas descansan las unas sobre las otras y la bombilla está a punto de fundirse. Chascan dos lenguas en el fondo del pasillo y gime un niño en el tercero. Sabe a terciopelo el día del señor del cuarto, que fuma todo lo que no ha fumado en un mes porque a ella no le gusta que sepa a tabaco. Cruza la calle una moto y una señora pasea en gabardina a un perro debajo del andamio. Alquilan una planta entera en el piso de enfrente y hay un solar en esta misma casa. Repite errores el del primero, que da vueltas sobre sí mismo y frunce el ceño en forma de interrogación. Se ha rallado un disco en el octavo y la pequeña no deja de dar vueltas en la cama. Suena un teléfono en la puerta de al lado, donde alguien escucha exactamente la misma canción, en el mismo segundo en que yo lo hago.

Lloran las puertas mal engrasadas y colocan las copas de cristal muy caro en una estantería demasiado alta. Huele a chimenea en la calle que corta con esta y unos labios se cortan con un vaso. Se quitan los pesos de encima mirándose a los ojos y desgastan sus vidas gastándose la boca. Esto ocurre en el último piso, donde hace mucho frío en invierno y se asfixian en verano. Comunica el teléfono del quinto... Apagan un cigarro contra el suelo del patio. Funcionan los molinillos de colores del balcón de enfrente. Se acerca el 31 peligrosamente al calendario. Se marca el dos con cicatrices y alguien reza bajito para romper la maldición de Halloween.


¿Quién dijo que la noche no huele, ni saborea, ni escucha, ni sangra...?


Tiempo aproximado de suspiro: 13 minutos y medio

Mientras suena: The Outer Banks (entre otras), de The Album Leaf

Fotografía: AlonsoT, en http://www.lomography.es/homes/lcagent




5 comentarios:

Elena -sin h- dijo...

Me adhiero a tu piel para respirar, para ver si así aniquilamos el aire.

kay dijo...

entrabas por la ventana cuando estaba cerrándola, ¿Verdad? (como siempre) Gracias, Sherezade

Salomé dijo...

Genial. Sé que siempre te digo lo mismo (y te aseguro que no lo digo demasiado) pero es que eres genial.

alZhu dijo...

Me he angustiado de leerte.
Precioso, pero duele.

Hablamos, pequeña.

patapalo dijo...

En el silencio,echaba de menos mirar a través del arco iris de tu burbujero.

Y empaparme con el tacto hipersensible de tus pompas.