martes, 7 de septiembre de 2010

Nota mental: abstenerse de dormir con frío




Estoy harta de tener pesadillas. Las pesadillas se me astillan, mojadas, y se secan dentro. No puedo despegármelas por la mañana. La ducha no funciona. Ni el café. Ni escribir. Ni llorar en el metro. Ni la música relajante. Ni el sol. Ni Madrid. Ni las horas... Y esto sí que pesa. Pueden pasar horas y la sonrisa no sale. No hay manera. Es como una malla eléctrica que se adhiere y no hay esquina libre ni recoveco sin cubrir. Y duele toda la piel, toda la superficie de las ganas. Duele hacia dentro, como si agujereara hasta el corazón y dijera: "¡Eh!, estoy aquí y voy a acabar contigo". Los miedos taladran las capas de la piel hasta las aurículas. Agarran el corazón y lo agitan. Y quizá por eso, tiemblo entera y quiero salir corriendo, o esconderme en el baño, debajo de la ventana y olvidar las voces, las frases, las imágenes que me repiten hora tras hora después de salir de la cama que tienen razón. Esta noche tuve frío. Quizá por eso soñé que el mundo entero se iba a la mierda y estallaba sin remedio. Ya no me sale esto de redirigir los sueños y elegir, como la cartelera.
Me volví a levantar temprano, cansada de no poder soñar y vivir en el intento.

Prescripción: respirar y soltar el aire varias veces, reírse de las cosquillas, gritar, leer alivios y abrazar

1 comentario:

Trapi dijo...

Conozco tan bien esa sensación... Me he sentido muy identificado

Me ha encantado el texto, de verdad.

Un saludo