jueves, 11 de abril de 2019

Echo de menos las islas donde nos encontrábamos.
Por donde nos deslizábamos, vagábamos, aparecíamos y desaparecíamos sigilosos.
A veces borrachos.
A veces dormidos.
A veces automáticos.
Pero mucho más auténticos y secretos.
Y discretos.
Y mágicos.
Eran paraísos de letras donde nos escondíamos.
Detrás de plurales mayestáticos.
Y verdades mucho más verdad que cualquiera de las letras que escribamos con tinta hoy.
Ya no nos quedan identidades secretas.
Ni historias de amor de mirarse a los ojos y compartir auriculares en la terraza.
Es increíble cómo recordamos las cosas de antes.
Y ahora, hoy, ninguna. Ninguna queda, todas pasan. Y más que pasar es que no existen.
Nunca pasaron.
Y las otras, que posiblemente nunca pasaron, pasaron tanto.
Se sentían tanto y tan fuertes.
Los besos sabían más antes.
La juventud, de la que hablaban otros cuando nosotros no pensábamos en ella.
No sabíamos lo que era.
No sabíamos que la teníamos y que era un tesoro.
Ya entonces quería vivir en el pasado que fue mejor.
Pero es que ahora es, de verdad, pasado.
Y ya no pesa.
Pero es precioso.
Pasado, precioso.
Qué afortunados de encontrarnos.
Y de habernos querido.
Y querido querer.
Me gustaría volver aunque sea un segundo.
Besar a todas las personas que me hicieron ser feliz.
Anónimamente feliz.
Y comentaban.
Y reían.
Y respiraban.
No las escuchabas pero respiraban.
Echo de menos los tiempos anónimos donde sentíamos más.
Y lo contábamos.
Mejor.
Echo.
De.
Menos.
Siempre echo de menos.
Pero se me olvida acordarme de eso también.
Feliz cumpleaños, Alzhu.
Feliz cumpleaños, Sherezade.
Feliz cumpleaños, Maga.
Feliz cumpleaños, T.

No hay comentarios: